Descarbonización: ¿Solo con renovables? Actualización del PNIEC
Los datos reflejan que va a ser muy difícil cumplir con los objetivos del PNIEC. No se puede tomar la decisión irreversible de terminar con la energía nuclear dando por supuesto que se van a alcanzar.
El pasado 31 de Marzo, con el patrocinio del Club Español de la Energía, con un panel integrado por representantes del MITECO y de la industria, se presentó el Balance Energético de 2022 y las Perspectivas para 2023. La secretaria de estado de Energía Sara Aagesen anunció en este evento la próxima actualización del PNIEC que incluye los objetivos y medidas que cada estado miembro debe tomar para que la UE, en su conjunto, cumpla en 2030 los objetivos que tiene comprometidos en las áreas de Energía y Clima
Esta actualización debe hacerse antes del próximo 30 de Junio. Por otra parte, al haber aumentado la Unión Europea el objetivo de reducción de emisiones de GEI del 40% al 55% en 2030, España tendrá que revisar al alza los objetivos planteados en la anterior versión del PNIEC.
En esta charla vamos a repasar primero cuál ha sido la evolución reciente de las principales variables que están sujetas a objetivos en el PNIEC. Luego haremos una reflexión, en base a lo anterior, sobre cuestiones que deberían tenerse en cuenta en la actualización.
Empezando por el relativo a emisiones, vemos en el gráfico que el objetivo del PNIEC para el año 2030 es reducir el 23% respecto las emisiones de 1990 que eran de 290 millones de toneladas equivalentes de CO2.

Como hemos mencionado, en la revisión del PNIEC España deberá proponer una reducción aun mayor para contribuir al nuevo objetivo del 55% a nivel europeo.
En el año 2022 las emisiones han sido 297 millones de toneladas, después de un vaivén con un bajón del doce y medio por ciento en 2020 debido a la pandemia, seguido por recuperaciones del cinco y tres por ciento en los años 2021 y 22.
Los reactores nucleares que el PNIEC plantea cerrar de aquí a 2035 están evitando hoy día la emisión de 30 a 40 millones de toneladas. Con el cierre de cuatro reactores, el itinerario de hoy hasta 2030 obliga a una disminución del 30 por cien en los próximos 8 años que parece difícil de alcanzar. La propia Secretaria de Estado de Energía, en su intervención, reconoce que, hasta la fecha, no se está cumpliendo con la senda prevista de reducción de emisiones.
Por lo que respecta a la penetración de renovables en el consumo final de energía,

los negociadores de Consejo y Parlamento han acordado el pasado 30 de marzo un objetivo del 42,5%. España defiende un complemento adicional del 2,5% hasta el 45%. En el gráfico vemos la evolución en los años recientes y la perspectiva hasta 2030. Aquí también parece difícil alcanzar los objetivos teniendo en cuenta, además, las caídas de producción hidraúlica, cada vez mas acusadas .
En cuanto a eficiencia energética, la gráfica muestra la evolución del consumo de energía primaria y final respecto de los objetivos del PNIEC y vemos que, por el momento, estamos en la senda de cumplimiento. Sin embargo, también se ve que esto es debido, en gran medida, al bajón de actividad asociado a la pandemia.

Es altamente probable que en el futuro próximo aumenten las necesidades de energía tanto por los efectos del cambio climático como son las sequía y las olas de calor como por la expansión de las EERR (https://gigawatiohora.es/descarbonizacion-solo-con-renovables-energia-agua/).
Aunque el objetivo comprometido de España en eficiencia es solo la reducción en valor absoluto del consumo primario, el PNIEC también señala objetivos de mejora de la intensidad energética. Este parámetro vincula el consumo con el crecimiento económico reflejado en el PIB. Es un índice muy relevante, porque lo que importa es reducir consumo pero sin empobrecerse.

Esta gráfica del informe de balance energético de 2022 recoge la evolución de intensidad energética desde el año 2000. Sobre la misma hemos incluido en rojo los objetivos del PNIEC. Vemos que, para alcanzar esos objetivos, en lo que falta hasta 2030 habría que mejorar a un ritmo mucho más acelerado que en años anteriores.
Por lo que respecta a las previsiones de nueva generación renovables, el PNIEC indica un objetivo de 122,7 GW operativos en 2030 habiendo alcanzado un total de 73,8 GW en 2022. Esto implica incrementar el parque renovable en 48,9 GW. A esto debe añadirse la repotenciación de 8,5 GW de las instalaciones que habrían alcanzado el final de su vida útil. Esto obliga a un ritmo de 7,2 GW nuevos cada año hasta 2030.

En 2022 se han incorporado 5,9 GW de generación en red más 2,5 GW de autoconsumo, con una participación global superior al 80% en generación fotovoltaica. No está claro que este ritmo se pueda mantener, según se desprende de algunos indicios.
En primer lugar y por primera vez se ha invertido la tendencia en los costes de inversión.

Hasta ahora era a la baja, pero los costes han subido en 2022 (Lazard LCOE+ April/2023) y con perspectivas de seguir subiendo en el futuro. La cuarta subasta de 2022 quedó casi desierta porque esperaba ofertas bajas que no se correspondían con el esfuerzo inversor.
Por otra parte, el incremento de capacidad renovable, sin desarrollo de infraestructuras de almacenamiento y/o refuerzo de la red, está obligando a un desperdicio cada vez mayor de excedentes (o que se conoce como vertidos renovables).

El problema se ve con esta imagen en la que aparece la demanda nacional en un día de mayo de 2022 y, superpuesta, lo que podría ser la producción aislada de un parque solar de unos 40 GW. Al ritmo actual se llegaría a esta potencia en menos de cinco años. Toda la zona rayada es energía que si no se puede almacenar y gestionar se perderá.
Adicionalmente, la oposición social está bloqueando numerosos proyectos. Todo esto y las continuas señales de inseguridad jurídica, así como las negativas a cumplir los laudos arbitrales, pueden desincentivar a los inversores.
Por lo que respecta al autoconsumo, las inversiones se dispararon por la escalada de precios de la electricidad. Sin embargo la situación ha dado la vuelta en 2023.

En la gráfica vemos datos de la plataforma HEPI sobre el coste medio de la electricidad para hogares en Europa. En un año ese coste se ha reducido casi a la mitad. En estas condiciones, el incentivo para esta importante inversión es menor. Por otra parte, a nivel doméstico, ese gasto solo está al alcance de una fracción limitada de familias con los recursos necesarios.
Parece obvio que la probabilidad de alcanzar los objetivos del PNIEC es muy baja. No hay nada malo en fijarse metas ambiciosas en el esfuerzo para alcanzar la descarbonización. Lo que no puede hacerse es tomar decisiones irreversibles dando por supuesto que esas metas se van a alcanzar.
La decisión de no prolongar la operación de las centrales nucleares, sin haber consolidado antes un sistema basado en EERR, con capacidad para cubrir las todas las necesidades de energía solo traerá consecuencias negativas. La primera de ellas es que la producción nuclear sería sustituida por la energía de combustibles fósiles. Esto hace que aumenten las emisiones, se agudicen los efectos del cambio climático en el medioambiente y en la salud, se prolongue la dependencia de suministradores de fuera de la UE con el riesgo de escaladas de precios que afectan mas a sectores vulnerables.
Por otra parte, se perderá una capacidad tecnológica que ocupa a miles de trabajadores altamente especializados, se malogre una industria madura y puntera a nivel internacional y se pierda la oportunidad de avanzar en sectores como nuevas tecnologías de generación y de gestión de residuos. Todo ello es justamente lo contrario de lo que presuntamente se persigue con el PNIEC. La actualización del PNIEC debe incluir la extensión de vida y licencia de operación de nuestras centrales nucleares.
Otro aspecto importante que debería tratarse es el de las necesidades energéticas adicionales, no contempladas hasta ahora, asociadas a la lucha contra los efectos del cambio climático y al desarrollo y operación de EERR. A España le amenaza la desertización de un 75% de su territorio. Para producir, depurar, desplazar y gestionar grandes cantidades de agua hace falta dedicar mucha energía, como ocurre en países con el mismo problema. La actualización del PNIEC debería contemplar específicamente este tema.